La cultura del vino en Grecia determinó la creación de formas cerámicas específicas que sirvieran para sus menesteres. Especialmente diseñado para verter en las copas el vino mezclado con agua extraído, el enocoe <trilobulado fue sumamente popular durante todo el siglo VI a.n.e. Casi todos los vasos griegos muestran en su iconografía el uso para el cual estaban destinados, como podemos observar en este bello ejemplo. Un ambiente dionisíaco, vinculado al dios del vino y de la fertilidad, evidencia el quehacer de dos sátiros que acosan a una ménade indecisa, rodeada de ramas de vid y racimos de uva, alusión directa al frenesí dionisíaco, caracterizado por los miembros más connotados de su séquito. La composición es muy rítmica y todas las figuras parecen estar sincronizadas en un movimiento ondulante reforzado por el efecto de las siluetas oscuras sobre el fondo de engobe blanco en el que se destaca con precisión el fino trabajo de las incisiones, característica esencial de la técnica de figuras negras.